Fondo musical: Abraham Boba, Hagamos algo antes de morir
Mood chart: Blandita, enana missfit
En el eterno devenir de la vida nos fascina pensar que la vida al igual que cualquier historia de ficción tiene una introducción, nudo y desenlace. Que hay un clímax de la historia que sí se supera podemos llegar a un final feliz o no, eso depende de sí la vida es cómica o trágica o como en la mía tragicómica. Pero qué pasa si descubres que después de superar el clímax de la historia o la suma de los intríngulis del nudo, simplemente no pasa nada. Simplemente encuentras silencio, quietud, soledad. Antes de responder a esa pregunta me devolveré a el clímax de la historia. En la ansiosa impotencia por no poder resolver los problemas que nos da la vida, siempre preferimos dedicarnos a pensar en lo que va a hacer cuando "esto" o "aquello" termine o se resuelva. Siempre pensamos en nuestra "nueva vida". Hay quienes planean reubicación geografía, ojalá un clima más cálido, ojalá una ciudad menos acelerada, ojalá una nueva raza humana. Hay quienes se centran en listas con ejes de acción, vuelven en hobbies que quieren profesionalizar o simplemente deciden dormir más, otros deciden comer más sano, hacer ejercicio o ser ordenados. Yo decidí empezar mi "nueva vida" unas horas antes de salir para la funeraria, quería saludar a las 500 personas que me esperaban en esos tres días de pésame y luego pasar la hoja y empezar de nuevo, hacer todas esas cosas que soñé hacer con Beto, cumplir todas esas promesas que cinco días de monólogo sin interrupción en cuidados intensivos hice y sobretodo, volver a ser feliz. Al igual que Nanda hice listas, al igual que Jhon me encargué de lo importante y evacué lo urgente, al igual que Fernando quise comer más sano y sobretodo ordenar; en mi "nueva vida" no podía tener miedo, ni cansancio, ni pereza y por un tiempo no muy largo, todo fluyó. Pero nada de esto sirvió cuando llegó la calma, el silencio y la soledad, cuando la lista estaba terminada, cuando aprendí a comer frutas y verduras de manera natural y cuando incluso alcancé a tener una rutina de sueño saludable, volvieron los problemas y con ellos la vida. La de siempre, no la vieja, ni una mala nueva vida. Solo mi vida. Con la calma me di cuenta que la felicidad que busco no es diferente a la que intenté cuando él estaba vivo, incluso diferente a cuando él enfermó, con el silencio me di cuenta que las ideas que tengo y mi forma de pensar es la misma, sigo siendo la misma enana fantasiosa que he sido desde pequeña que soluciona todo con jijueputa practicidad y buena fé. Con la soledad me di cuenta del hueco tan jijueputamente grade que me quedó, y ese mismo hueco es el que me demuestra lo mucho que puedo amar y lo mucho que deseo volver a hacerlo. Pero ya no tengo afán. Me di cuenta que el hueco es muy grande y por esa misma razón no se llena fácil y que es muy posible que no se pueda llenar, pero que eso ya no depende de mi y que el tiempo libre que tengo no lo voy a usar en esto sino en vivir la vida. Pero la calma, el silencio y la soledad también me han hecho pesar y decir que quiero mi vida de vuelta, pensar en lo que no fue y en las multiples posibilidades de lo que pudo ser, que aunque no lo crean son dos cosas muy diferentes, lo que no fue, son todas esas cosas que pensé que sería la vida cuando él estaba vivo, lo que pudo ser, son todas las cosas que he pensado que sería la vida si él siguiera vivo y todas las cosas que no hubieran sido sino hubiera muerto, por que la vida siguió cuando él murió.
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