miércoles, 22 de junio de 2011

EL día de la pruebita de amor

Mood chart: buscando magia en la vida, hilando delgado y extraña_ando.


Si su aniversario, si un año, si obvio que lo recuerdo, sí obvio que he contado el tiempo y ya llegó el año. Pero de nuevo, no es eso lo que me perturba, no es su ausencia lo que me incomoda, es tener que recordar lo que en realidad he querido olvidar. Tomar la decisión consiente de recordar, responder a la pregunta qué es válido recordar, qué es positivo y qué me va aportar, y no por que no pueda dolerme o por que no lo pueda extrañar, por que eso si no se puede decidir, lo extraño putamente, sino por que para mi desde que era chiquita todo tiene que ser lógico y por que no me gustan las cosas por que sí y punto.
Nunca he pensado que tenga buena memoria y en realidad tengo claro cuál es la información que me gusta recordar y la que en realidad nunca podré recordar por que simplemente no se queda. Por más metonimia, canciones, post-it, simplemente no se queda. Pero por una extraña razón, tengo clarísimo que hice cada uno de los días del mes de junio de hace un año, la razón por la cual se exactamente cuando se cumple un año de su partida.
Recuerdo que hace un año era martes y como a todo en la vida, ha esto le habían puesto un deadline, teníamos 24 horas para tomar una decisión, la más difícil de nuestras vidas y una vez más lo hacíamos juntos. Él sabía que yo estaba dispuesta a todo, a quedarme en las circunstancias que fueran, él más que nadie sabía lo que se le venía pierna arriba si se quedaba, pero no sabía que le esperaba si se iba. Durante más de 48 horas hablamos, hablamos de todo y hablamos de esto, por que yo no me callo.
Lo más impresionante de la espera fue ver la magia a nuestro al rededor, sentirnos acompañados por todos los que nos quieren, compañía que sigue un año después. Con señales mágicas le mostraron el camino, le dieron confianza para lo desconocido, a mi fortaleza para entender su decisión. Parecía un petit comité, de un lado del arco íris estaban nuestros angelitos de la guarda, La Lupecita linda, un camino  ajedrezado por el que él debía empezar un nuevo camino, del otro lado del arcoiris estaba yo tomándolo de la mano, esperando su decisión, su papá amándolo más que nunca y aferrándose a él como lo hizo desde el día en que nació. Siendo parte de su vida, completándola, haciéndola perfecta, siendo papá. Y en un lobby el mundo entero esperando.
Fue cuestión de magia que yo me enterara ese día que era el día del Sagrado Corazón, el destino me mostró que las coincidencias no existen, que las coincidencias son verdades de la vida. El destino de cada uno es incierto y eso hace que nos preguntemos por el futuro todo el tiempo y que dejemos pasar el presente sin ton ni son. Pero entonces nos encontramos con una coincidencia frente a frente, que nos hace mirar atrás. Y nos da la certeza de algo, nos hace entender un instante del hoy, instante que nos construye un mañana, eso es la magia, tener en un instante certeza del futuro de lo incierto. Volviendo a mi coincidencia, la certeza con la que me tope fue la siguiente. Y aunque para algunos podrá entenderse como hilar muy delgado, para mi fue mágico. Desde que tengo 5 años he tenido que celebrar el día del Sagrado Corazón, obviamente no tenía presente la fecha por que simplemente no era importante para mi recordarlo, era una obligación, una semana antes me lo avisaban, tenía que hacer carteleras, ensayos, altares, sobre el tema. Razón por la cual tenía claro también lo que significaba el Sagrado Corazón. Más allá de lo católico del asunto, siempre me impresionó como historia, que como dogma de fe. Pero lo que más me llamó la atención de la historia, era que tanto Jesús como María tenían un Sagrado Corazón. Es decir no era exclusivo, habían dos, es decir existía la posibilidad de que hubieran tres o hasta cuatro. Cuál era la relación de María con Jesús, eran madre e hijo, cuándo les dieron el carácter de Sagrado a sus corazones, cuando aceptaron la muerte en la vida. Sin importar lo fea que es la palabra sacrificio, lo que se dice es que Jesús se sacrificó por nosotros en la cruz, pero lo que yo pienso es que aceptó la muerte, supo cuando era su fin, cuando iba a ser suficiente su estancia en la vida, aceptó su muerte por amor. Se desapegó de todo lo que tenía, de lo bueno que pasaba y de lo mucho que lo querían y acepto que su vida terminaría pronto, lo avisó como todos lo avisaremos, se despidió como todos nos despediremos, algunos más obvios que otros y se fue. María por su parte, aceptó, se despidió en su momento y sobretodo entendió que él le dio todo, un todo que era suficiente, que tenía un fin. Es decir que era perfecto. A esto es a lo que yo llamo ahora la prueba de amor.
Existen varias diferencias entre la historia de Jesús y María, y la historia de Beto y Ana, pero son diferencias de forma, en el fondo la prueba de amor es la misma. Nunca compararía el duelo de una madre con mi duelo, creo que esa es la verdadera razón por la que la virgen es santa, por que no hay nada más hijueputas que perder un hijo, ese no es el orden de las cosas, una mamá no debe ver morir a su hijo, por que no solo le duele la panza sino se le desgarran las entrañas, ese nidito donde se formó, pero ella no solo lo aceptó, sino que fue fuerte en el escenario más perro de todos y le dio fortaleza a su familia y a sus amigos, yo por eso la santifico sin necesidad de periodo beatífico. Y tampoco comparo la vida de Beto con la de Jesús, cada cual hizo lo suyo, a su medida y en su destino, pero si hay algo que siempre me ha asombrado y es la huella de una vida sobre la tierra y en este año que he recorrido varios pasos de él me he dado cuenta lo mucho que nos marcó conocer a Beto en esta vida, la cantidad de gente con la que alcanzó a compartir y para alguien que no vino a esta vida a hacer amigos, dejó un parche muy grande. Parche que me acompaña y me da cariño y fuerza todo el tiempo y que me recuerda el maravilloso personaje que era él.