miércoles, 28 de julio de 2010

De por que no creo en la segunda parte de esta historia

Fondo musical: Rollercoaster- Everything but the girl
En cartelera rollercoaster movies: Match point, Closer, Batman the dark knight.
Mood chart: MOOD FOR A ROLLERCOASTER STORY - infarto eterno.
De cómo soy yo a diferencia de Emma y Leo:

En estos días me he refugiado en la lectura como hace mucho no podía. Necesito libros que me hipnoticen y se lleven mi tiempo libre. Además de los del trabajo, me la paso picoteado todo lo que me encuentro. Esta semana tengo cuatro empezados y solo dos terminados. Salto de un género a otro sin problema, y recibo referencias de quien venga. Un solo comentario de una obra, me hace curiosear. Sin pensarlo me sumergí en una de esas historias de las que siempre huyo, por que se que si me agarra me votan lejos y les tengo miedo. Son de esas historias que no te dejan parar, que están llenas de emociones vertiginosas, que te aceleran el corazón y que sientes que necesitas saber el final, aunque desearas que nunca se fueran a acabar. Son de esas historias que te dejan sin adjetivos para describirlas y solo te quedan groserías para expresar lo que sientes con ellas. Así es, groserías, el límite del lenguaje donde no necesitas interpretación sino emoción. Y al final solo te vuelves mierda. Dan rabia, duelen, pero sobre todas las cosas cansan. Eso es esta historia, un mal viento. Como el que se les encajan a las mamás y las deja en mal paradas. Así me dejó esta historia. Mal parada. Se llama Contra el viento del norte pero debería llamarse Los del norte contra el enano. Eso es lo que pasa cuando uno es bipolar. Las emociones deben ser avisadas, al enano no lo pueden forzar a pasar de la risa al llanto, por que sino en un punto no podrá parar. Por eso al enano no lo pueden llevar a bailar, emborracharlo y prentenderlo acostar a dormir antes de media noche, su instinto solo querrá, agarrar para melgar... El enano por si solo no puede parar.

Por eso el enano habló anoche. Armó una pequeña fiestecita de emociones y luego se sentó a esperar y a putiar.



–¿Estás bien? preguntó Ana—.
–No, no estoy bien. —contestó el enano—.
–Se me paró el corazón. Ahora más que nunca no creo en imposibles. Soy viuda y tengo apenas 29 años. Me saben a mierda los cobardes. No me me sirven.  La vida siempre ha sido demasiado corta para mí como para sentarme a esperar. No sé si me explico. Este libro es muy hijueputas. Les va a ir muy bien con el, lo sé. Pero hoy a mi me paró el corazón. Y no me sirve. Y no respeto a los cobardes por que simplemente no creo en las segundas partes. Y tampoco creo que esta historia merezca una segunda parte. Por que para mi los amores tortuosos no deben seguir. Por eso uno no se debe enamorar de su profesor, por eso uno no se debe enamorar de su jefe, por eso uno no se de enamorar de su mejor amigo. Por que uno a esta vida no vino a sufrir. Y por que el amor ya es un riesgo muy grande como para tener que perder algo más que el corazón. Este libro me chifló. Por eso hoy no quiero hablar de amor.
–¿Ni conmigo? 
–Menos contigo.
–¿Porqué?
–Por que tu estás «felizmente casado» o algo así. Y yo «recientemente abandonada». Por esa y mil razones más, tu y yo simplemente no podemos hablar.




Si por mi fuera la fajilla de este libro debería decir: Guárdese fuera de el alcancé de enfermos mentales.