Fondo musical: hello, goodbye
Alicia tiene 105 años, ciento cinco, y está cansada. Ha estado viva por más de treinta y siete mil días y dice que ya no quiere más. Quién la puede culpar, quién con menos de cincuenta años en este mundo y en este mundo de hoy, puede decir que no está cansado y cuestionarla por no querer vivir más así.
No vivir así, cansada, dependiendo de alguien más o algo más para seguir viviendo. El cansancio cansa más de lo que uno se imagina. Una cosa es estar cansado y otra es vivir cansado. Y para descansar hay que parar.
Hoy ella paró. Descansó. Porque ella misma lo decidió, porque dijo que no quería vivir más así. Que no es lo mismo que quererse morir. La muerte le fue esquiva o por lo menos no llegó la noche que la llamó. Llegamos otros y ella siguió despidiéndose. Esperando que de la fila de visitas llegara la muerte. El descanso. La paz. A cambio tuvo que recibir a hijos, nietos, amigos, conocidos, como a todos la vida no la dejó irse sin despedirse.
Yo fui a saludarla, no despedirme. Soy mejor recibiendo, que despidiendo pero en esta ocasión fui a mandar saludes. Me sorprendió su decisión de descansar y lo vi como una oportunidad. Alicia se iba y con tiempo nos avisaba que se iba, yo aproveché el mensajero, y le mandé saludes a Beto. Ese día me arreglé, estrené un vestido, me maquillé y me llené de alegría y ensayé mi mejor sonrisa, le dije que la quería y que le dijera que lo quería. Le mostré en mi última visita que estoy bien, tranquila y que busco la paz porque envidio su paz. Que al igual que él me mantengo ocupada. Y que me tomo el tiempo para descansar.
Enviar mensajes al más allá desde el más acá es un proceso misterioso pero no es incierto. Desde hace cinco año estoy más llena de certezas que de dudas. Y cada día que pasa me siento menos sola. Pero para eso antes hay que sentir, sin importar lo mucho que eso duela. Porque uno no puede sentir lo bueno si no siente lo malo, si bloqueas lo bloqueas todo y y con ello arriesgas perterte la mejor parte.